07 diciembre, 2011

La gallina negra


-¡Esa misma! -le dije al hombre de la tienda. Yo que iba en busca de un pollo, y al final, me compraba una gallina negra que parecía una paloma, o un mirlo enorme.
-¿Le crecerá la cresta? -pregunté al hombre.
-Es una gallina africana -comentó como si eso lo explicara todo.
-¿Y los huevos que ponga, serán grandes?
-Sí, sí... -decía mientras introducía a la gallina negra en una caja de cartón agujereada.
La llevé a mi casa y la solté en el jardín pero la gallina, o la paloma, o el mirlo enorme, según de que animal se tratara, se echó a volar hasta posarse en lo más alto del sauce, quedando allí toda la noche. A la mañana siguiente dispersé un poco de millo por el césped y bajó a comerlo. Yo que intentaba acercarme a la gallina, y ella, sin perderme de vista emprendía el vuelo una y otra vez. Los días pasaron y poco a poco la gallina negra, o la paloma, o el mirlo enorme, comenzó a corretear y a picotear por el jardín. Cuando desayunaba le echaba migas de pan, y ella, de un salto las engullía. La imaginaba entonces en la sabana africana picoteando y
acechando a sus depredadores: ya fuera un león, una hiena, o un leopardo. Llegó un momento que la confianza entre la gallina y yo se extendió hasta el entorno de mi dormitorio. Yo dormía en la cama, y ella, lo hacía en una maceta colgaba en la terraza de mi habitación. No creció mucho más, su plumaje azabache se estilizó sobre su cuerpo, y sus ojos grandes como soles destacaron en la cabeza sin cresta; era bella como una pantera. Se dejaba rascar la coronilla, y me seguía como un perrillo. Ponía huevos pequeños con pintas pardas, por lo que no sabía si era una gallina negra, o una paloma, o un mirlo enorme.
Un mañana temprano miré hacia la gallina y no estaba en su maceta; había desaparecido. En su lugar quedaba una madeja de hilos que había tejido como nido.
-¡Píiitas, pitas, pitas! -la llamaba, pero no hubo rastro. Durante días mantuve la esperanza de que pudiera aperecer en cualquier momento tras un arbusto, o volando desde las copas de los árboles, como solía hacer para sorprenderme. Por las noches me levantaba de la cama a mirar si había vuelto y dormía  en la maceta.
Y soñé con ella, con sus ojos amarillos e intensos. Estaba sobre mi cama mirándome, muy de cerca, con un solo ojo. Y el ojo era cada vez más grande y profundo, como la nubelosa de una galaxia lejana, muy lejana... De  pronto me despertó el piar de unos polluelos en la terraza, y miré sobre la maceta donde se movían tres ovillos negros con picos naranjas. Supe entonces que eran las crías de una gallina negra, y no de una paloma, ni de un mirlo.
Texto: Dácil Martín
Narración: La Voz Silenciosa

11 comentarios:

  1. Nunca una gallina, blanca, negra o pinta, dio tanto que pensar.
    Estupendo relato.

    ResponderEliminar
  2. Este relato (texto) tiene un sabor añejo. Igual que aquellos cuentos de antaño. Me gusta. Lo he disfrutado. Gracias Dácil y felicidades.

    ResponderEliminar
  3. Hermoso texto,y muy bien escrito. Después de unas preocupantes sospechas sobre el carácter de la gallina negra, desaparece para dejarnos angustiados. Angustia aliviada por el nacimiento de las crías ¿Pero adónde ha ido la gallina negra?

    Abrazos

    Marcos Alonso

    ResponderEliminar
  4. Parece que la gallina dejara como regalo sus crías. Ella tenía mundo que ver.

    Saludos,

    Anabel, la Cuentista

    ResponderEliminar
  5. En cuento en sí es hermoso. Surrealista leve, con toque de humor. No obstante sospecho que el autor nos quiere representar un mensaje "oculto". Hay documentación sobre el significado de los sueños con gallinas, por ello y por presentarnos un personaje solitario, sin familia, quizás un fracasado, quizás nos trate de contar el deseo de encontrar pareja, o algún aliciente en su vida. Quizás el autor pueda aclarar algo, o callar para siempre (jeje), pero es lo bueno de los blog comentados, el poder dialogar con el autor. Buen trabajo, y luego esa Voz que lo sublima.

    ResponderEliminar
  6. Excelente suspense gallináceo.
    Me gustó mucho mucho.
    Un beso

    ResponderEliminar
  7. Pues no es digo nada, leída por la voz de la Voz Silenciosa todavía mejora, si es que eso es posible.
    Según veo por los comentarios de de Ana J, Marcos y Anabel, este cuento se publicó hace dos añitos. Dos años, Dácil, dos años. Qué tremendo.
    Me parece que ha crecido muy bien, como la gallina misma. Estoy con Ximens, acaso la gallina sea algo más que la gallina.
    Hermoso.

    ResponderEliminar
  8. Ximens, las ideas de Dácil nunca son como te las esperas. Eso es lo que hace que sus historias sean tan atrayentes y distintas.
    Me ha encantado escucharla en la voz de Jose Francisco.
    Gracias!!!!
    Un abrazo a todos y uno especial a Dácil.

    ResponderEliminar
  9. catherine8/12/11, 0:57

    Este pájaro se ha ido a la sabana africana a acechar al lión, al la hiena o al leopardo. Es el pasaje que más me encanta en este hermoso cuento. Pero ha dejado su regalo.
    Gracias Dácil y gracias la Voz.

    ResponderEliminar
  10. Es fantástico, Querida Dácil y en el más amplio sentido de la palabra. No estoy entrando a comentar los cuentos, sólo los voto si me gustan. Sin embargo, tenía que hacer una excepción contigo y con algunos otros que me faltan. la Voz,e ncima lo engrandece. Me ha gustado muuchísimo.
    Mil besos para ti.

    ResponderEliminar
  11. Dácil Martín10/12/11, 0:17

    Gracias a todos. Ha sido todo un regalo oír el cuento por la Voz Silenciosa y leer los comentarios.
    Ximens, eres un gran adivinador de sueños. En verdad, el cuento está inspirado en una gallina que tuve. Y como dice Amando, han pasado dos años (cuántos acontecimientos), por lo que no recuerdo bien si también lo está a raíz de un sueño. No me extrañaría.
    Ana, un abrazo especial para ti también. Virgi, Catherine, Isolda, me emocionan sus palabras y me llenan de ilusión. Mil besos.

    ResponderEliminar

Gracias por contribuir con tus comentarios y tu punto de vista.

Los componentes de La Esfera te saludan y esperan verte a menudo por aquí.

Ésta es tu casa.