28 noviembre, 2012

...el mundo de (mis) libros...



Existe una extraña ley no escrita, pero conocida e inconscientemente ignorada entre los amantes del saber, que afirma que “La cantidad de libros a leer será proporcional e inversamente superior a los libros leídos conforme avance el paso del tiempo.” A este respecto, con un aire de tristeza y veracidad irrevocables, en una de las conferencias sobre literatura que impartió en Harvard, el mágico y laberíntico porteño susurraba:


“Alguna vez, cuando miro los muchos libros que tengo en casa, siento que moriré antes de terminarlos, pero no puedo resistir la tentación de comprar nuevos libros.”
Jorge Luis Borges


Y la verdad… es que ese pensamiento siempre lo he sentido como una experiencia cercana e inevitablemente próxima… que sé que algún día me tendrá que suceder.No pasa un solo día sin que
contemple durante un instante de plenitud silenciosa mi preciosa biblioteca... libros de filosofía, poesía, pintura, música, escultura, ensayos, novelas, manuales... me rodean cada día cuando me siento a leer, pensar, escribir, investigar o escuchar. Es una sensación intelectualmente plena sentirse arropado y observado por Cervantes, Homero, Leibniz o Lorca mientras uno intenta adentrarse en lo más recóndito del alma humana. Estos peligrosos viajes no deben realizarse solos, tal y como nos enseñó el excelso poeta italiano en su Divina Comedia. La soledad creadora tiene que estar poblada de esas voces silenciosas y admirablemente sabias que deben guiarnos en nuestro recorrido por el abismo.Pero la cantidad de páginas a leer crece y la pasión no cesa, lo que provoca irremediablemente la acumulación de libros y más libros sobre la mesa de estudio y las estanterías. Una nueva lectura remite a otra y ésta a otra y esta otra menciona a un nuevo autor desconocido que te adentra en nuevas corrientes y así la angustia, impulsada por la vocación, se va apoderando de la pasión, desembocando finalmente en una serie de cálculos matemáticos inexplicables: “¿Cuánto tiempo necesitaré para poder leer todo el material que tengo acumulado?” Probable y tristemente, más de una vida... lo sé. Y ante esta situación emerge instintiva en mi interior la coherencia absurda que me hace pensar en la amplitud inabarcable del saber, según la cual y apoyándome en mis compañeros de viaje pienso inútilmente en los esbozos vislumbrados...

Autor: Rubén Muñoz Martínez
Narración: La Voz Silenciosa

10 comentarios:

  1. Amigo Rubén, te entiendo perfectamente. Me sucede lo mismo. Y en ocasiones me llego a preguntar si esto puede ser una variante "exquisita" del Síndrome de Diógenes.

    A toda esa inquietud que manifiestas, a mí me inquieta el espacio que empieza a consumir y el desorden ordenado con el que conviven a mi lado. Y mientras, empieza a tocarme y a provocarme los E-book como alternativa. Y aquí nace otra lucha, que me come como si me hubiera entrado la polilla.

    Antes era firme, pero ahora ya no estoy tan seguro y ya me planteo sustituir un poco el papel, por digital.
    Empiezo a sentirme débil.

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  2. Pues os entiendo muy bien a ambos. Esa inquietud me ataca desde niña, ya pensaba con 7 u 8 años que no tendría vida suficiente para leer todo lo que deseaba leer, con 14 había devorado la biblioteca infantil y bueno, como tengo la extraña costumbre de que un libro nunca se lee una sola vez, la biblioteca no es buena solución o tendría que estar contínuamente allí, por comodidad, los iba comprando, ahora ocupan tanto espacio que apenas sé dónde colocarlos y muchos tienen que estar en cajas, me duelen, pero sigo comprando... Lo del Sindrome de Diógenes me ha dado qué pensar...

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  3. FranCo, yo espero no sucumbir al mundo digital, me gusta tocar "aquello" que me llena el alma. Por lo demás, yo también te entiendo y me alegra que yo no sea el único "loco" de los libros.

    Un abrazo!

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  4. Yashira, pocas maneras hay tan hermosas de llenar el espacio como son los libros. Como describo en el texto, a mí, como a ti, me preocupa enormemente saber si podré leer todo aquello que me interesa profundamente.

    Un abrazo.

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  5. Ana J., gracias por tu lectura.

    Un saludo!

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  6. ¡Cuánta sabiduría transmiten los sabios!
    Nos seducen los libros, nos acechan, nos llaman, nos acompañan, nos invaden, nos acarician, nos duelen, nos seducen, nos curan, nos distraen, nos enseñan, nos provocan, nos emocionan, nos seducen, nos inquietan, nos preceden, nos retratan, nos engañan, nos disparan, nos cambian, nos mejoran, nos empeoran, nos seducen, nos desesperan, nos impacientan, nos alivian, nos calman, nos duermen, nos seducen...
    Y en mi casa los libros tienen dificualtades hasta para respirar, y, sin embargo, no me deshago de ninguno ni soy capaz de salir de vacío de una librería...

    (Pero todo esto -y mucho más que podría añadir- lo provoca su contenido en la mayoría de los casos.
    FranCo, ya has llegado a la misma encrucijada en que estoy: bienvenido al club de los que duplicarán sus problemas con los libros, pues los tendremos de dos clases. Ni tú ni yo dejaremos el papel (mucho menos, tú); pero tú y yo (mucho más, tú)abrazaremos también el libro digital. Somos miembros de una nueva clase de bigamia, cada vez más extendida, por cierto).

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  7. Nos invaden, nos dejamos, nos embriagamos, ¿cómo podría ser si no? Creo que con esa angustia, que no hace más que crecer "por alusiones" (un libro, un texto siempre remite a otro), convivimos desde que terminamos de aprender las letras y empezamos a juntar palabras, la era digital no hace más que exponenciar la angustia de leer, pero ¿qué es la vida sin angustia? Vivir sin angustia es lo mismo que vivir sin deseo. Yo quiero angustiarme tranquilamente con la lectura y con la escritura.
    Otra cosa, confieso públicamente mi bigamia

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  8. Armando, una completa descripción de lo que supone un libro desde dentro y hacia el lector. A fin de cuentas, estamos hablando de un bendito problema.

    Un abrazo!

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  9. Ángeles, Martin Heidegger describía la angustia como el estado de ánimo fundamental que nos aproxima de manera más certera a la verdad más profunda de la existencia.

    Un saludo!

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